Tuesday, January 15, 2013

Nimiedades: Con Polígono de Tiro


Hace un par de siglos, cuando era abogado de una importante Financiera mexicana -gracias a Dios ya desaparecida-, me tocó el ingrato encargo de embargarle la silla de ruedas a una pobre viejecilla. La susodicha estaba en mora del préstamo que sacó en la Financiera precisamente para adquirir la indefectible silla de ruedas. Como en aquel entonces yo todavía creía firmemente en el apotegma de que la ley es dura, pero es la ley, (dura lex set lex, decían los jurisconsultos romanos), acompañado del Actuario del Juzgado de Primera Instancia de lo Civil, procedimos de conformidad y nos apersonamos en la residencia fijada por la víctima para oír y recibir notificaciones; misma que resultó ser una humilde pocilga instalada mas allá de donde chifló Tarzán. La viejecilla, amable y generosa, nos invitó a pasar y, sin saber la razón de nuestra presencia en su morada, nos invito un café y galletitas. El Actuario y yo nos lanzábamos miradas compungidas y angustiadas, pues no sabíamos como anunciarle las malas nuevas a la linda y gentil ancianita. Acto seguido, sacando fuerzas de su credencial oficial, el Actuario tomó la palabra y con toda la finura y delicadeza posibles en estos casos, le informó a la linda viejecilla la impostergable noticia. Doña Clotilde, que así se llamaba en este caso la víctima de la voracidad bancaria, hizo un gesto de dolor, apenas perceptible, recogió tazas y platos y se encaminó lentamente a la cocina, que era otro pedazo del mismo cuarto apenas separado por un tela raída, y sin color, a guisa de cortina. Mientras regresaba, el Actuario y yo intercambiamos miradas de resignación y de tristeza, y nos preparamos para dejar la casa. Al volver, la tierna viejecita apareció con una mirada diferente y un revólver en la mano. Ya se imaginarán que los dos abogados salimos de aquella casa al instante, sin pronunciar palabra. Aquel mismo día renuncié a mi trabajo en la Financiera, abandoné la carrera jurídica, empecé a escribir poemas y fundé un asilo para ancianos, con polígono de tiro y todo.

4 comments:

  1. ¡Esa estuvo buena!!!!! No te moleste, pero si le van a quitar la silla de ruedas a una anciana pobre, a balazos hay que correrlos de la casa. Jajajajajajaja.

    Vimon, esto me da la razón de que como escritor eres extraordinario. Te dejo un premio en mi blog http://elcodigoaural.blogspot.com/ ve por él.
    Un fuerte abrazo.

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  2. Gracias por tu visita, Martha, y tus amables comentarios. Un abrazo.

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  3. Eres un hombre de integridad y de muy buenos sentimientos!!!!!

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  4. Gracias, Beatriz, por tus bellos comentarios. Un beso.

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